sábado, 29 de agosto de 2009

Gentes de los valles, gentes de la tierra

Cuando llegando desde Tafí del Valle, superado el verde de las yungas, se atraviesa el abra del infiernillo, se avista la inmensidad del Valle de Santa María, en el sector sur de los Valles Calchaquíes.
Allí, entre el cordón del Aconquija y la Sierra del Cajón, se extiende el territorio que, desde hace decenas de miles de años, habitan los pueblos diaguita-calchaquíes.

Allí, año tras año, la gente de los valles practica su ritual más preciado, el que los conecta con la fuente de la vida, el que fortalece su identidad y su sentido de pertenencia colectiva.

“La celebración de la Pachamama no es una ceremonia de pedidos, es más bien un ritual de agradecimiento; es reconocer la fuente y origen de nuestras vidas, de lo que nos rodea, de lo que somos como pueblo”

Es también un ritual que refrenda la unidad pueblo-tierra, esa comunión indestructible que constituye la esencia de los pueblos andinos. Y es también el nutriente necesario para la lucha, porque allí, donde crece el cardón y el algarrobo, en esas tierras que algunos insisten en llamar “desierto”, la avidez de empresarios amenaza con destruir la naturaleza, la vida y la cultura de hombres y mujeres que desde hace más de 500 años se resisten a someterse a esa gran falacia que algunos han denominado “desarrollo”.

Allí, en el mismo lugar donde los últimos guerreros Quilmes sucumbieron a las armas de los españoles; donde el dictador tucumano Bussi mandó a reconstruir lo que fuera el último Pucará de los valles calchaquíes, y donde el "empresario" tucumano Héctor Cruz, a concesión del ex-changuito cañero, ex-cantante, ex-ídolo popular y ex-gobernador, Ramón Palito Ortega, construyera un complejo turístico; allí, sobre las tierras en las que yacen los restos de los cuerpos de los guerreros calchaquíes, hoy ocupado y recuperado por la Comunidad Indígena de Quilmes, se continúa agradeciendo a la Pachamama (madre tierra) y a Tata Inti (padre sol) el poder vivir en comunidad, el poder respirar el aire fresco de los valles y vivir de los frutos que la tierra nos concede.

En Amaicha del Valle, unos 20 km. hacia el Este, la familia de Doña Celia Andrade, también agradece cada año el milagro de la vida. Recibiendo a los visitantes que llegan, convidando su aguardiente y su caña con ruda, nos convida a conocer y compartir su forma de vida.

El 1 de agosto, por la mañana, alrededor del fuego se agrupan familiares, vecinos, amigos y extraños. Antes de comenzar la ceremonia, se procede a la limpieza del lugar. El "sahumado" consiste en la purificación de cosas y personas a través del humo producido por el quemado de yuyos, previo a la apertura de la "boca" de la Pachamama para la ceremonia de ofrenda.

En un cerro vecino, a lado de la gran “apacheta” se procede a abrir la boca de la Pachamama, para desenterrar las ofrendas depositadas el año anterior, y verificar de esa manera cómo las ha recibido la madre tierra...

Más tarde, la ceremonia se repite en la Ciudad Sagrada de Quilmes, con la presencia del Cacique de la comunidad, los delegados de los diferentes pueblos del valle, unos cuantos turistas, y hasta una delegación de la escuela. Durante cientos de años, en las escuelas se reprimió y persiguió a quienes sostenían el culto ancestral de adoración de la Pachamama. Hoy, merced a la lucha de los pueblos originarios, la veneración de la Madre Tierra no sólo no es escondida sino que se difunde y exhibe con orgullo...

Con el vibrar de las cajas y el canto de las copleras, varones y mujeres depositan sus ofrendas, dialogan con la tierra para darle gracias por lo cosechado. Los visitantes también son invitados a participar, a dejar su ofrenda, a venerar la fuente de la vida.

¿Paradojas? En el fondo del valle se observa una bruma... No son nubes. Es polvo que el viento arrastra por las voladuras diarias provocadas por otro “hoyo en la tierra”, el que lleva adelante la Mina La Alumbrera, en la provincia de Catamarca, 120 Km. al Sur. La explotación por parte Goldcorp Inc. y Northern Orion Resources Inc., además de extraer los minerales de cobre, oro y plata mediante el proceso de lixiviación, realizado con cianuro entre otros contaminantes, utiliza 1.300.000 litros diarios de agua. Esa misma agua que las gentes de los valles cuida y respeta, esa misma tierra que alimenta los cuerpos y espíritus de estos hombres y mujeres de la tierra, de esta tierra tan sufrida pero que aún cobija los sueños de un pueblo que se organiza y resiste los embates de terratenientes y transnacionales, de políticos corruptos y vendedores de espejismos.


La ceremonia finaliza con una gran ronda alrededor de la "boca" de la Pacha, formando un gran círculo compuesto por "un varón y una mujer, como nos creó la madre naturaleza" y dando 3 vueltas en sentido contario a las agujas del reloj, significando el fortalecimiento físico, espiritual y mental.


Tras la ceremonia, la fiesta sigue en la sede de la Comunidad. Allí se celebra el encuentro y el haber podido agradecer una vez más a la Pacha el estar juntos para la vida, estar juntos para la lucha. Bajo los grandes algarrobos, compartiendo locro y música, se recobran fuerzas para continuar la lucha cotidiana.


Es una lucha desigual y sin embargo, las gentes de la tierra tienen el triunfo asegurado: Pachamama está de su lado.


Fotos y texto de Sergio

más fotos sobre Amaichas y Quilmes al final del Blog

más sobre la historia de Amaichas y Quilmes en: http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2009/08/24/p4978

más sobre la minería a cielo abierto en:

http://www.noalamina.org/ y http://asambleasciudadanas.org.ar/