miércoles, 28 de noviembre de 2007

Tragedia del CHE, o el absurdo de intentar la sinécdoque (a 10 años del hallazgo de sus restos en Bolivia)

(a propósito de "El Gen Argentino")
sinécdoque. (del griego: συνεκδοχ , recibir juntamente)
Ret. Tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algún
modo la significación de las palabras, para designar un todo
con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con una
especie, o al contrario; una cosa con la materia de que está formada, etc.
Diccionario de la Real Academia Española

Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros

combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres,
debemos decir sin vacilación de ninguna índole: que sean como el Che.
Discurso de Fidel Castro. 18 de octubre de 1967



Es probable que no exista una palabra tan cargada de argentinidad como CHE, candela que ilumina en nuestro país la designación de un colectivo para cada uno de sus miembros. Cualquier argentino es CHE, pero todos y cada uno sabemos que resulta imposible utilizar el CHE individual para señalar al CHE colectivo. Ni tan siquiera Maradona tiene esa carga colectiva de argentinidad, por cuanto la suya no tiene carácter representativo: tan absolutamente nombre propio (aunque lo llamemos Diego). CHE, por el contrario, es el todo y las partes. Nada tan argentino como el CHE, ninguno como él.
La distancia con la sinécdoque, por tanto, es caudalosa. CHE permite señalar la parte por el todo, al designar tamaña individualidad con el colectivo; pero es a todas luces evidente que resulta imposible señalar el todo por la parte.
Aquel CHE, el abarcativo, el colectivo, (el del TODO) el que nos señala argentinos, nos permite reconocernos. Este CHE, el pequeño, (el de la PARTE) el que nos mira desde los pósters (medio podrido ya, a esta altura) nos marca la diferencia, lo imposible de reconocerlo en el todo, lo absurdo de intentar la sinécdoque.
Lo perplejo nunca es evidente. Sin embargo, esta sinécdoque imposible nos remite con toda evidencia a la perplejidad de que para nuestros CHE (el colectivo y el individual) el todo y la parte no son en absoluto una misma cosa.

“Queremos que sean como el CHE” grita el Comandante, perforando el aire-plaza con su tibio vozarrón desenfrenado, aferrado a un deseo que sabe imposible.
Digna su cruzada compañero Fidel, pero Ud., que sabe de sueños cristalizados, sabe también que su clamor es impotente. Ud., que conoció como nadie al CHE individuo, que tiene la profunda y revolucionaria convicción de que vale la pena intentarlo (Ud. sí que sabe de utopías), debe saber que, en nosotros, tan argentinos, tan CHEs, tal búsqueda tiene un trágico e inexorable destino: nada tan argentino como el CHE, ninguno como él.



Texto y foto: Sergio

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