1. Ticket to Ride (Boleto para pasear) The Beatles / Help!
Por primera vez en el viaje, decidimos hacer una excursión con una agencia y contratamos un guía para visitar las minas del Cerro Rico. La sencilla razón radicaba en que sería bastante difícil ingresar solos y –fundamentalmente- sería imposible salir. Por otra parte, el ingreso con un guía nos permitiría conocer algunos aspectos históricos y actuales de la explotación minera y tomar contacto con los mineros.
2. Wuthering Heights (Cumbres borrascosas) Kate Bush / Wuthering heights
El Cerro Rico fue el principal centro productor de plata durante la época de la colonización española y constituyó la base económica de la expansión imperial de España durante los siglos XVI y XVII. En las minas de Potosí trabajaron y dejaron su vida en los socavones cientos de miles de esclavos pertenecientes a las naciones Kolla, Quechua y Aymara. La magnitud de la explotación minera fue y es aún tan grande, y son tantos los túneles que se han excavado que la montaña ha descendido desde los 5.000 hasta los 4.800 metros de altura. Cerca de la cumbre, un monumento rinde homenaje en nombre de la corona española... ¿A los mineros? No, claro... a los santos y a los sacerdotes que evangelizaron a los brutos indios que no querían entender que la plata sirve para adorar al Señor.
En nuestros días, menos preocupados por cuestiones teológicas, los potoxinos pueden elevar su mirada hacia la cumbre del cerro y adorar a una decena de antenas de empresas de telecomunicaciones que elevan sus plegarias en el firmamento boliviano.
3. Follow you, follow me (Te seguiré, me seguirás) Genesis / And Then There Were Three
Para tomar contacto con los mineros y compartir un rato en sus tareas, debemos llevarles algunos obsequios y para ello, Obet, el guía que la agencia designó para nosotros, nos llevó de recorrida por el mercado minero. Allí compramos guantes, barbijos, cartuchos de dinamita, hojas de coca, cigarrillos de tabaco y eucalipto y alcohol puro. Cada sugerencia de Obet fue aceptada por los tres gringuitos, a sabiendas de que al fin y al cabo los regalos nos abrirían las puertas para poder jugar un rato al minero explotado, o al menos observar el sudor ajeno y que serían aceptados gustosos por los mineros y los demonios que cuidan la mina.
4. Carry That Weight (Cargarás con ese peso) The Beatles / Abbey Road
Una vez que nos disfrazamos de mineros, con nuestras botas, trajes, cascos y linternas, ingresamos en la mina “San Javier” cuyo arco de entrada data de la época colonial. En nuestros días, si bien las minas son privadas, la extracción de mineral está a cargo de cooperativas, que lo venden a grandes empresas para su procesamiento. Para que la empresa acceda a comprar, un minero debe producir en boca de mina un mínimo de 8 toneladas de roca. El tiempo necesario para extraer dicha cantidad depende básicamente de la tecnología utilizada. Si cuenta con perforadora neumática, un equipo con experiencia puede demorar unos 3 días. Para la gran mayoría, que trabaja con dinamita, pico, masa y pica de hierro, el trabajo toma una semana. La roca es triturada manualmente y sacada fuera de la mina en carretilla, donde es cargada en camiones para llevarla a los lugares de procesamiento. Los minerales extraídos son principalmente plomo, hierro, estaño, zinc y plata, metales que en la actualidad tienen precios “buenos” en el mercado internacional, lo que hace que los mineros (y ni que hablar de las empresas que procesan los minerales) estén gozando de una suerte de bonanza económica. Paradojas de la economía de mercado: para aprovechar el buen momento los mineros trabajan más y más horas en el socavón; a más horas en la mina, más jóvenes mueren de enfermedades producidas por respirar los gases tóxicos provenientes de las explosiones de dinamita, combinados con el alcohol y la mala alimentación (todo esto a una altura de alrededor de 4500 metros sobre el nivel del mar). Pensándolo bien, cualquier asalariado sufre la misma suerte desdichada: con la idea de “salir” de la miseria que produce la explotación capitalista, un trabajador o una trabajadora debe trabajar más horas, lo que en realidad aumenta su explotación y acorta su vida.
5. Don’t think twice, it’s all right (No lo pienses dos veces, está todo bien) Bob Dylan / The Freewheelin’ Bob Dylan
Una vez dentro de la mina, recorremos diferentes niveles, en tanto que nuestro guía Obet, nos presenta una serie de “maestros” (la categoría más alta en el escalafón minero, aquellos capaces de “seguir” la veta del metal) quienes compartieron su trabajo con nosotros (que tuvimos la osadía de “trabajar” durante unos 10 minutos, quedando –por supuesto- agotados) pagando nuestro derecho a compartir ese rato de tarea asfixiante con los “souvenir” mineros que habíamos comprado.
Más tarde, nos dirigimos hasta el sitio en el que se encuentra uno de los “Tíos” de la mina. Los tíos son los demonios dueños de todo lo que allí se encuentra y por lo tanto, debe pagarse tributo para extraer las riquezas de la montaña. En rigor de verdad, estos tíos son el resultado sincrético de la imposición colonial de rendir tributos a Dios. Como la pronunciación de la letra “d” es casi imposible en quechua, las víctimas de la codicia española inventaron a este dío/tío (¿Teo?) como un demonio a quien ofrendan parte de sus pertenencias, en particular alcohol, coca y tabaco, además de adornos multicolores, para congraciarse con este dueño de la vida y de la muerte subterránea.
En un momento, mientras transitábamos por un túnel muy estrecho, en sentido ascendente, Obet (en ese momento el verdadero dueño de nuestras vidas) nos pide que lo aguardemos un instante allí mientras se dirigía hacia un túnel que se abría hacia nuestra izquierda.
Tardó un rato en regresar, y lo hizo con una propuesta: nos invitó a compartir un rato con Pedro, un minero, guía y amigo suyo. Aceptamos inmediatamente, sin saber que esa invitación nos estaría abriendo muchas más puertas a la vida de los mineros, que la totalidad de socavones abiertos con el esfuerzo y la sangre de los pobladores originarios de esta región.
Quedarse en la mina con Pedro significó recorrer una maraña de los senderos que tejen una y muchas vidas. Significó el desfile de anécdotas e historias de un ser maravilloso que apenas deja salir de vez en cuando en el socavón, cuando algún “amigo” se acerca a conversar con él, o –como nos ocurrió a nosotros, bastante incrédulos al principio- compartir la tibieza de sus palabras, sentir la mano amiga que nos ofrece un trago de cerveza con alcohol, o unas hojitas de coca para masticar, tratando de saciar el hambre de ese día, o quien sabe sino una tristeza milenaria.
Porque Pedro estaba triste. Nunca supimos por qué, pero cuando llegamos a sentarnos en la hospitalidad oscura de su incipiente amistad, Pedro estaba llorando –o lo había estado haciendo por mucho tiempo, según anunciaba el brillo fluvial de sus ojos- y aunque no lo sepamos no importa, pero pareció que nuestra presencia, calmó un poco aquella angustia, llamado como fue a brindar su calor argentífero, su sabiduría potoxina, su charla compañera; esos andamios mineros de su humanidad que, con el tiempo, descubrimos que formaban la estructura de su ser.
Y así salieron sus palabras e ingresaron tragos y más tragos y más hojitas de coca y el mundo se fue ampliando y por la estrechez de nuestro túnel compartido pasaron las historias de turistas argentinos que preguntaban una y mil veces “¿Qué minerales se extraen?” y equipos de fútbol de allá y de acá y Boca y Real Potosí y las ninguneadas permanentes que los paceños propinan a los potoxinos y la historia de cómo logró “salir” de la mina para ir a estudiar y convertirse en guía de turismo y conocer a Obet y trabajar en la mejor agencia de turismo de Potosí y estar nuevamente en la mina y aprender inglés y francés (“un petit peu”) y pasar por allí otro grupo de gringas y gringos ingleses, noruegos, australianos y "sonreír un rato", "sacar foto", dejar regalos como quien deja unas flores sobre una lápida y se marcha y el desprecio de los “blancos” de la ciudad que no pueden entender como Pedro que es un “indio” habla inglés y ellos no y cómo la gente bien parecida quiere insultarlo y cree que lo hace llamándolo “minero” y vuelta al fútbol y la Copa Libertadores y las historias de Homero y los Ulises cotidianos de la mina y la llegada del primo de Pedro semi-borracho al principio y recontra-mamado al final, protestando por haber perdido su celular e invitándome a recorrer toda la mina y filmar y hacer un documental y mostrar como viven los mineros y ofreciéndome de tomar más alcohol y enojándose porque yo apenas me mojaba los labios y más fútbol esta vez con Bolívar y el disco que gira y gira y las mismas historias que se cuentan una y otra vez pero no nos importa porque estamos felices de compartir todo eso y de hablar poco y escuchar mucho y volver a la vida de Pedro y de cómo el quechua que estaba prácticamente prohibido para los guías de turismo hoy se habla con orgullo y aquella vez que el Real Potosí le ganó a no se quién pero la televisión apenas lo mencionó y en cambio el Bolívar u Oriente Petrolero siempre tienen prensa y otra vez los idiotas que envidian a Pedro porque es quechua y habla inglés y otra vez Troya y la vida larga y gloriosa de Ulises y el fútbol y el alcohol y la coca y el tío y la pachamama y las horas que pasan allí adentro y Pedro que nos pide que no nos vayamos que esta feliz de que alguna vez alguien se quede conversando con él y yo no me animo a mirar el reloj para que no sienta que quiero irme y Boca otra vez y el disco que sigue girando y un silencio...
6. Counting out time (Contando el tiempo) Genesis / The Lamb Lies Down on Broadway
La recorrida por la mina estaba planteada en alrededor de 4 horas en total, contando la visita al mercado de los mineros, el ascenso hasta la cumbre, etc, etc, pero resulta que nosotros llevábamos cerca de 4 horas dentro de la mina de las cuales aproximadamente 3 las habíamos pasado con Pedro y su primo y Obet y el Tío y la cerveza con alcohol y la coca y los cigarrillos –uno atrás de otro, para reforzar lo cíclico de nuestra existencia allí abajo- cuando se produjo la primera explosión. Nos quedamos en silencio y todos inmediatamente miramos a Pedro y a Obet que permanecían callados y que con la segunda explosión comenzaron a contar... tres, cuatro, cinco... saqué la cámara de video que hacía rato había guardado -en vista de que el alcohol seguía alimentando el giro del disco, y comencé a filmar, el silencio, doce, trece, catorce... y la imagen que vibraba ante cada nueva explosión, y el Tero que miraba para abajo, veinticuatro, veinticinco... y yo en la punta de esa fila de pollos mojados de temor y las ondas expansivas que sacudían la tela de mi traje de minero, treinta, treinta y uno, treinta y dos... y por fin el silencio más occiso aún y la voz de Obet que pide calma y que dice que ya pasó y que esta todo bien y que por qué mejor no nos vamos a seguir tomando todos juntos fuera de la mina.
7. Kiss of Life (Beso de vida) Peter Gabriel / Peter Gabriel
Salimos de la mina guiados increíblemente por el primo borracho de Pedro en tanto que él y Obet caminaban juntos al final de todo. Obet quería convencer a Pedro que no íbamos a abandonarlo: “no nos vamos a escapar” -le decía, mientras nuestro amigo nos invitaba insistentemente a tomar a su casa y le proponía a Obet ir caminando ida y vuelta desde Potosí hasta La Paz para armar “un circuito de trekking”.
“Ustedes son parte de mi familia, y yo quiero invitarlos a mi casa”
En una de las miserables casillas donde guardan sus cosas, nos quitamos el traje/disfraz de mineros, mientras Pedro y Obet hacían lo propio y todos seguíamos tomando –esta vez, agua mineral con alcohol- aunque en rigor de verdad, algunos de nosotros “hacíamos que tomábamos” para no ofender a Tíos ni a primos.
8. Wish you were here (Deseo que estuvieras aquí) Pink Floyd / Wish you were here
En casa de Pedro, un departamento sencillo pero bonito, con tremendo equipo de música que inmediatamente atronó por las paredes, siguió la ronda de tragos, esta vez con Licor de coca (bastante rico) y Licor de café al cognac Tres Plumas (puajjj...) y más hojitas de coca y más cigarrillos.
“Ustedes son parte de mi familia, son mis amigos, pero no tengo nada más que esto para ofecerles” dijo una vez más y nos entrego un llavero a cada uno.
Obet nos explicó a todos que la camioneta con la que nos movilizábamos era de la agencia y que por tanto la tenía que devolver, pero que luego tomaría un taxi y regresaría para buscarnos a los tres gringuitos. “No me voy a escapar” –volvió a decirle, y partió.
La hospitalidad de Pedro, la apertura de sus brazos para recibirnos y darnos todo lo que estaba a su alcance –empezando por su amistad, nos cobijo y nos brindó la tranquilidad necesaria para esperar el regreso de Obet, siendo que estábamos en un barrio de las afueras de Potosí, absolutamente desconocido para nosotros, y sin la menor chance de regresar al Hotel por nuestros propios medios.
La música acompañó una y dos y más vueltas de tragos, “Hey Jude”, “Wish You Were Here”, un reggae en francés que decía algo así como “ellos quieren dividir el mundo...”
“Ustedes son mi familia, mis amigos...”
Qué tema impresionante!!!! -decía Pedro al compás del clásico de Pink Floyd, mientras todos lo cantábamos, y volvía a ponerlo, y de nuevo Hey Jude y de nuevo el reggae y Wish You Were Here, y otra ronda de tragos y de nuevo el fútbol y la descripción minuciosa del primer equipo del Real Potosí, con procedencia y características de cada uno de sus jugadores incluída...
Qué buen tema!!!! otra vez…
9. Brain damage (Daño cerebral) Pink Floyd / The Dark Side of the Moon
Y Obet que no regresaba y comenzaba a pasar el tiempo y que cómo íbamos a hacer para regresar.
“Ustedes son mis amigos, van a quedar a dormirse en mi casa” decía e insistía Pedro, ya completamente borracho tras (¿cuántas?) horas de ingerir alcohol puro de 96 grados. Mezclado con cerveza, mezclado con agua, mezclado con su amargura, pero 96 grados al fin.
Y un nuevo giro del disco... “did they get you to trade, your heroes for ghosts?”
Si, claro, “wish you were here, Obet”, deseamos que estuvieses aquí...
10. Where the streets have no name (Donde las calles no tienen nombre) U2 / The Joshua Tree
Pero Obet nunca llegó. Y pasaban las horas y pasaba el alcohol y pasaban los Beatles y Pink Floyd y nosotros ahí sin saber cómo hacer para volver a casa y nuestras mochilas cargadas con cámaras de foto y de video y ni en pedo caminando y que cómo hacemos...
Pegado en la puerta, un aviso mostraba los números de una empresa de taxis. Probamos con el celular de Pedro, nada.
Ponele un cero adelante... –decíamos, pero nada. Sacale el 2, ponele un 4...
Que se yo!!!!!
Y nada...
- Yo los llevo a tomar un taxi, balbuceó Pedro, ya prácticamente dormido en su silla, en un esfuerzo por sobreponer su inmensa generosidad a su inmensa borrachera.
Bajamos unas dos calles, creyendo estar dirigiéndonos a una agencia de remises o algo así. Llegamos a la esquina, ninguna agencia, y ahí terminó la procesión.
Y ahora? –preguntamos a coro...
Vamos a esperar que pase un taxi, -dijo nuestro amigo sin lograr vislumbrar nuestras caras mezcla de desesperación, incomprensión, nerviosismo, ¿pánico?
Pero lo único que pasaba eras unos muchachos también agraciados por quién sabe qué alcoholes, y una camioneta que al doblar la esquina soñamos taxi pero resultó estar cargada hasta la manija de milicos que pasaban muuuy lentamente a nuestro lado y nos miraban y justo en ese momento Pedro tiene la feliz imprudencia de vomitar en la vereda...
11. Hallelujah (Aleluya) Nick Cave and the Bad Seeds / No More Shall We Part
Hubiéramos pensado que tal vez no habíamos sido lo suficientemente generosos con el Tío y con la Pacha y por eso un castigo descendería sobre nosotros, pero parece que nuestra coca y nuestra ofrenda alcohólica fueron aceptadas y nuestras plegarias a todas las divinidades de todos los cultos de todos los tiempos fueron escuchadas porque una jovencita que atinó a pasar por ahí, despertó lo que quedaba sobrio de mi humilde sagacidad y la abordamos suplicándole (bueno, no tanto, pero podría haber sido así) que nos marcara el número de un taxi desde el celular de Pedro –que por entonces había descargado el contenido etílico de su estómago y alrededores, y se hallaba inmerso en un silencio sepulcral.
Así lo hizo nuestra princesa inmaculada, con sonrisa angelical ante nuestro postrado agradecimiento incluida, y se marchó, heroína anónima que seguramente encontrará su nombre escrito en hilos de oro en las puertas del paraíso cualquiera sea su confesión.
12. I’m so tired (Estoy tan cansado) The Beatles / The Beatles
Y el taxi llegó, y allí nos subimos rumbo al descanso, a la tranquilidad, al repaso de los momentos vividos y a la felicidad, al fin y al cabo, de tener la fortuna de los encuentros que supimos conseguir.
Con un millón de ideas en mente, con todo por relatar y la promesa de un día dedicado al ocio contemplativo, a la lectura y la escritura, por qué no a la música? a ese oscilar perpetuo de tonalidades contenidas en los discos (en los de ayer, y todavía algo en los de hoy...) que como Pedro, como su vida, como su inmensa amistad y su humanidad transparente se nos brinda para llenarnos de felicidad, para suavizar los ángulos formados en las grietas de nuestras almas entre tanta miserabilidad, tanto canalla, tanta mezquindad...
13. I’ll be back (Volveré) The Beatles / A Hard Day’s Night
Y de allí en más, promesas de encuentros, amistad fugaz que se condensará para siempre, nuestro gracias fraterno para aceptar el dar tan grande de nuestro amigo.
Y en cada Pedro, como en cada canción, el destino circular, la libertad de girar, de ir y venir, de comenzar y terminar, como un círculo, el que nos permite partir, y nos permitirá volver.
Claro que volveremos.
Jallalla Pedro!! Jallalla Potosí!!
year after year
running over the same old ground,
and what have we found?
the same old fears…
wish you were here
(año tras año
corriendo sobre el mismo viejo prado
y que encontramos?
los mismos viejos miedos...
deseo que estuvieras aquí)
Roger Waters
Textos: Sergio, fotos: Sergio y Tero
Por primera vez en el viaje, decidimos hacer una excursión con una agencia y contratamos un guía para visitar las minas del Cerro Rico. La sencilla razón radicaba en que sería bastante difícil ingresar solos y –fundamentalmente- sería imposible salir. Por otra parte, el ingreso con un guía nos permitiría conocer algunos aspectos históricos y actuales de la explotación minera y tomar contacto con los mineros.
2. Wuthering Heights (Cumbres borrascosas) Kate Bush / Wuthering heights
El Cerro Rico fue el principal centro productor de plata durante la época de la colonización española y constituyó la base económica de la expansión imperial de España durante los siglos XVI y XVII. En las minas de Potosí trabajaron y dejaron su vida en los socavones cientos de miles de esclavos pertenecientes a las naciones Kolla, Quechua y Aymara. La magnitud de la explotación minera fue y es aún tan grande, y son tantos los túneles que se han excavado que la montaña ha descendido desde los 5.000 hasta los 4.800 metros de altura. Cerca de la cumbre, un monumento rinde homenaje en nombre de la corona española... ¿A los mineros? No, claro... a los santos y a los sacerdotes que evangelizaron a los brutos indios que no querían entender que la plata sirve para adorar al Señor.
En nuestros días, menos preocupados por cuestiones teológicas, los potoxinos pueden elevar su mirada hacia la cumbre del cerro y adorar a una decena de antenas de empresas de telecomunicaciones que elevan sus plegarias en el firmamento boliviano.
3. Follow you, follow me (Te seguiré, me seguirás) Genesis / And Then There Were Three
Para tomar contacto con los mineros y compartir un rato en sus tareas, debemos llevarles algunos obsequios y para ello, Obet, el guía que la agencia designó para nosotros, nos llevó de recorrida por el mercado minero. Allí compramos guantes, barbijos, cartuchos de dinamita, hojas de coca, cigarrillos de tabaco y eucalipto y alcohol puro. Cada sugerencia de Obet fue aceptada por los tres gringuitos, a sabiendas de que al fin y al cabo los regalos nos abrirían las puertas para poder jugar un rato al minero explotado, o al menos observar el sudor ajeno y que serían aceptados gustosos por los mineros y los demonios que cuidan la mina.
4. Carry That Weight (Cargarás con ese peso) The Beatles / Abbey Road
Una vez que nos disfrazamos de mineros, con nuestras botas, trajes, cascos y linternas, ingresamos en la mina “San Javier” cuyo arco de entrada data de la época colonial. En nuestros días, si bien las minas son privadas, la extracción de mineral está a cargo de cooperativas, que lo venden a grandes empresas para su procesamiento. Para que la empresa acceda a comprar, un minero debe producir en boca de mina un mínimo de 8 toneladas de roca. El tiempo necesario para extraer dicha cantidad depende básicamente de la tecnología utilizada. Si cuenta con perforadora neumática, un equipo con experiencia puede demorar unos 3 días. Para la gran mayoría, que trabaja con dinamita, pico, masa y pica de hierro, el trabajo toma una semana. La roca es triturada manualmente y sacada fuera de la mina en carretilla, donde es cargada en camiones para llevarla a los lugares de procesamiento. Los minerales extraídos son principalmente plomo, hierro, estaño, zinc y plata, metales que en la actualidad tienen precios “buenos” en el mercado internacional, lo que hace que los mineros (y ni que hablar de las empresas que procesan los minerales) estén gozando de una suerte de bonanza económica. Paradojas de la economía de mercado: para aprovechar el buen momento los mineros trabajan más y más horas en el socavón; a más horas en la mina, más jóvenes mueren de enfermedades producidas por respirar los gases tóxicos provenientes de las explosiones de dinamita, combinados con el alcohol y la mala alimentación (todo esto a una altura de alrededor de 4500 metros sobre el nivel del mar). Pensándolo bien, cualquier asalariado sufre la misma suerte desdichada: con la idea de “salir” de la miseria que produce la explotación capitalista, un trabajador o una trabajadora debe trabajar más horas, lo que en realidad aumenta su explotación y acorta su vida.
5. Don’t think twice, it’s all right (No lo pienses dos veces, está todo bien) Bob Dylan / The Freewheelin’ Bob Dylan
Una vez dentro de la mina, recorremos diferentes niveles, en tanto que nuestro guía Obet, nos presenta una serie de “maestros” (la categoría más alta en el escalafón minero, aquellos capaces de “seguir” la veta del metal) quienes compartieron su trabajo con nosotros (que tuvimos la osadía de “trabajar” durante unos 10 minutos, quedando –por supuesto- agotados) pagando nuestro derecho a compartir ese rato de tarea asfixiante con los “souvenir” mineros que habíamos comprado.
Más tarde, nos dirigimos hasta el sitio en el que se encuentra uno de los “Tíos” de la mina. Los tíos son los demonios dueños de todo lo que allí se encuentra y por lo tanto, debe pagarse tributo para extraer las riquezas de la montaña. En rigor de verdad, estos tíos son el resultado sincrético de la imposición colonial de rendir tributos a Dios. Como la pronunciación de la letra “d” es casi imposible en quechua, las víctimas de la codicia española inventaron a este dío/tío (¿Teo?) como un demonio a quien ofrendan parte de sus pertenencias, en particular alcohol, coca y tabaco, además de adornos multicolores, para congraciarse con este dueño de la vida y de la muerte subterránea.
En un momento, mientras transitábamos por un túnel muy estrecho, en sentido ascendente, Obet (en ese momento el verdadero dueño de nuestras vidas) nos pide que lo aguardemos un instante allí mientras se dirigía hacia un túnel que se abría hacia nuestra izquierda.
Tardó un rato en regresar, y lo hizo con una propuesta: nos invitó a compartir un rato con Pedro, un minero, guía y amigo suyo. Aceptamos inmediatamente, sin saber que esa invitación nos estaría abriendo muchas más puertas a la vida de los mineros, que la totalidad de socavones abiertos con el esfuerzo y la sangre de los pobladores originarios de esta región.
Quedarse en la mina con Pedro significó recorrer una maraña de los senderos que tejen una y muchas vidas. Significó el desfile de anécdotas e historias de un ser maravilloso que apenas deja salir de vez en cuando en el socavón, cuando algún “amigo” se acerca a conversar con él, o –como nos ocurrió a nosotros, bastante incrédulos al principio- compartir la tibieza de sus palabras, sentir la mano amiga que nos ofrece un trago de cerveza con alcohol, o unas hojitas de coca para masticar, tratando de saciar el hambre de ese día, o quien sabe sino una tristeza milenaria.
Porque Pedro estaba triste. Nunca supimos por qué, pero cuando llegamos a sentarnos en la hospitalidad oscura de su incipiente amistad, Pedro estaba llorando –o lo había estado haciendo por mucho tiempo, según anunciaba el brillo fluvial de sus ojos- y aunque no lo sepamos no importa, pero pareció que nuestra presencia, calmó un poco aquella angustia, llamado como fue a brindar su calor argentífero, su sabiduría potoxina, su charla compañera; esos andamios mineros de su humanidad que, con el tiempo, descubrimos que formaban la estructura de su ser.
Y así salieron sus palabras e ingresaron tragos y más tragos y más hojitas de coca y el mundo se fue ampliando y por la estrechez de nuestro túnel compartido pasaron las historias de turistas argentinos que preguntaban una y mil veces “¿Qué minerales se extraen?” y equipos de fútbol de allá y de acá y Boca y Real Potosí y las ninguneadas permanentes que los paceños propinan a los potoxinos y la historia de cómo logró “salir” de la mina para ir a estudiar y convertirse en guía de turismo y conocer a Obet y trabajar en la mejor agencia de turismo de Potosí y estar nuevamente en la mina y aprender inglés y francés (“un petit peu”) y pasar por allí otro grupo de gringas y gringos ingleses, noruegos, australianos y "sonreír un rato", "sacar foto", dejar regalos como quien deja unas flores sobre una lápida y se marcha y el desprecio de los “blancos” de la ciudad que no pueden entender como Pedro que es un “indio” habla inglés y ellos no y cómo la gente bien parecida quiere insultarlo y cree que lo hace llamándolo “minero” y vuelta al fútbol y la Copa Libertadores y las historias de Homero y los Ulises cotidianos de la mina y la llegada del primo de Pedro semi-borracho al principio y recontra-mamado al final, protestando por haber perdido su celular e invitándome a recorrer toda la mina y filmar y hacer un documental y mostrar como viven los mineros y ofreciéndome de tomar más alcohol y enojándose porque yo apenas me mojaba los labios y más fútbol esta vez con Bolívar y el disco que gira y gira y las mismas historias que se cuentan una y otra vez pero no nos importa porque estamos felices de compartir todo eso y de hablar poco y escuchar mucho y volver a la vida de Pedro y de cómo el quechua que estaba prácticamente prohibido para los guías de turismo hoy se habla con orgullo y aquella vez que el Real Potosí le ganó a no se quién pero la televisión apenas lo mencionó y en cambio el Bolívar u Oriente Petrolero siempre tienen prensa y otra vez los idiotas que envidian a Pedro porque es quechua y habla inglés y otra vez Troya y la vida larga y gloriosa de Ulises y el fútbol y el alcohol y la coca y el tío y la pachamama y las horas que pasan allí adentro y Pedro que nos pide que no nos vayamos que esta feliz de que alguna vez alguien se quede conversando con él y yo no me animo a mirar el reloj para que no sienta que quiero irme y Boca otra vez y el disco que sigue girando y un silencio...
6. Counting out time (Contando el tiempo) Genesis / The Lamb Lies Down on Broadway
La recorrida por la mina estaba planteada en alrededor de 4 horas en total, contando la visita al mercado de los mineros, el ascenso hasta la cumbre, etc, etc, pero resulta que nosotros llevábamos cerca de 4 horas dentro de la mina de las cuales aproximadamente 3 las habíamos pasado con Pedro y su primo y Obet y el Tío y la cerveza con alcohol y la coca y los cigarrillos –uno atrás de otro, para reforzar lo cíclico de nuestra existencia allí abajo- cuando se produjo la primera explosión. Nos quedamos en silencio y todos inmediatamente miramos a Pedro y a Obet que permanecían callados y que con la segunda explosión comenzaron a contar... tres, cuatro, cinco... saqué la cámara de video que hacía rato había guardado -en vista de que el alcohol seguía alimentando el giro del disco, y comencé a filmar, el silencio, doce, trece, catorce... y la imagen que vibraba ante cada nueva explosión, y el Tero que miraba para abajo, veinticuatro, veinticinco... y yo en la punta de esa fila de pollos mojados de temor y las ondas expansivas que sacudían la tela de mi traje de minero, treinta, treinta y uno, treinta y dos... y por fin el silencio más occiso aún y la voz de Obet que pide calma y que dice que ya pasó y que esta todo bien y que por qué mejor no nos vamos a seguir tomando todos juntos fuera de la mina.
7. Kiss of Life (Beso de vida) Peter Gabriel / Peter Gabriel
Salimos de la mina guiados increíblemente por el primo borracho de Pedro en tanto que él y Obet caminaban juntos al final de todo. Obet quería convencer a Pedro que no íbamos a abandonarlo: “no nos vamos a escapar” -le decía, mientras nuestro amigo nos invitaba insistentemente a tomar a su casa y le proponía a Obet ir caminando ida y vuelta desde Potosí hasta La Paz para armar “un circuito de trekking”.
“Ustedes son parte de mi familia, y yo quiero invitarlos a mi casa”
En una de las miserables casillas donde guardan sus cosas, nos quitamos el traje/disfraz de mineros, mientras Pedro y Obet hacían lo propio y todos seguíamos tomando –esta vez, agua mineral con alcohol- aunque en rigor de verdad, algunos de nosotros “hacíamos que tomábamos” para no ofender a Tíos ni a primos.
8. Wish you were here (Deseo que estuvieras aquí) Pink Floyd / Wish you were here
En casa de Pedro, un departamento sencillo pero bonito, con tremendo equipo de música que inmediatamente atronó por las paredes, siguió la ronda de tragos, esta vez con Licor de coca (bastante rico) y Licor de café al cognac Tres Plumas (puajjj...) y más hojitas de coca y más cigarrillos.
“Ustedes son parte de mi familia, son mis amigos, pero no tengo nada más que esto para ofecerles” dijo una vez más y nos entrego un llavero a cada uno.
Obet nos explicó a todos que la camioneta con la que nos movilizábamos era de la agencia y que por tanto la tenía que devolver, pero que luego tomaría un taxi y regresaría para buscarnos a los tres gringuitos. “No me voy a escapar” –volvió a decirle, y partió.
La hospitalidad de Pedro, la apertura de sus brazos para recibirnos y darnos todo lo que estaba a su alcance –empezando por su amistad, nos cobijo y nos brindó la tranquilidad necesaria para esperar el regreso de Obet, siendo que estábamos en un barrio de las afueras de Potosí, absolutamente desconocido para nosotros, y sin la menor chance de regresar al Hotel por nuestros propios medios.
La música acompañó una y dos y más vueltas de tragos, “Hey Jude”, “Wish You Were Here”, un reggae en francés que decía algo así como “ellos quieren dividir el mundo...”
“Ustedes son mi familia, mis amigos...”
Qué tema impresionante!!!! -decía Pedro al compás del clásico de Pink Floyd, mientras todos lo cantábamos, y volvía a ponerlo, y de nuevo Hey Jude y de nuevo el reggae y Wish You Were Here, y otra ronda de tragos y de nuevo el fútbol y la descripción minuciosa del primer equipo del Real Potosí, con procedencia y características de cada uno de sus jugadores incluída...
Qué buen tema!!!! otra vez…
9. Brain damage (Daño cerebral) Pink Floyd / The Dark Side of the Moon
Y Obet que no regresaba y comenzaba a pasar el tiempo y que cómo íbamos a hacer para regresar.
“Ustedes son mis amigos, van a quedar a dormirse en mi casa” decía e insistía Pedro, ya completamente borracho tras (¿cuántas?) horas de ingerir alcohol puro de 96 grados. Mezclado con cerveza, mezclado con agua, mezclado con su amargura, pero 96 grados al fin.
Y un nuevo giro del disco... “did they get you to trade, your heroes for ghosts?”
Si, claro, “wish you were here, Obet”, deseamos que estuvieses aquí...
10. Where the streets have no name (Donde las calles no tienen nombre) U2 / The Joshua Tree
Pero Obet nunca llegó. Y pasaban las horas y pasaba el alcohol y pasaban los Beatles y Pink Floyd y nosotros ahí sin saber cómo hacer para volver a casa y nuestras mochilas cargadas con cámaras de foto y de video y ni en pedo caminando y que cómo hacemos...
Pegado en la puerta, un aviso mostraba los números de una empresa de taxis. Probamos con el celular de Pedro, nada.
Ponele un cero adelante... –decíamos, pero nada. Sacale el 2, ponele un 4...
Que se yo!!!!!
Y nada...
- Yo los llevo a tomar un taxi, balbuceó Pedro, ya prácticamente dormido en su silla, en un esfuerzo por sobreponer su inmensa generosidad a su inmensa borrachera.
Bajamos unas dos calles, creyendo estar dirigiéndonos a una agencia de remises o algo así. Llegamos a la esquina, ninguna agencia, y ahí terminó la procesión.
Y ahora? –preguntamos a coro...
Vamos a esperar que pase un taxi, -dijo nuestro amigo sin lograr vislumbrar nuestras caras mezcla de desesperación, incomprensión, nerviosismo, ¿pánico?
Pero lo único que pasaba eras unos muchachos también agraciados por quién sabe qué alcoholes, y una camioneta que al doblar la esquina soñamos taxi pero resultó estar cargada hasta la manija de milicos que pasaban muuuy lentamente a nuestro lado y nos miraban y justo en ese momento Pedro tiene la feliz imprudencia de vomitar en la vereda...
11. Hallelujah (Aleluya) Nick Cave and the Bad Seeds / No More Shall We Part
Hubiéramos pensado que tal vez no habíamos sido lo suficientemente generosos con el Tío y con la Pacha y por eso un castigo descendería sobre nosotros, pero parece que nuestra coca y nuestra ofrenda alcohólica fueron aceptadas y nuestras plegarias a todas las divinidades de todos los cultos de todos los tiempos fueron escuchadas porque una jovencita que atinó a pasar por ahí, despertó lo que quedaba sobrio de mi humilde sagacidad y la abordamos suplicándole (bueno, no tanto, pero podría haber sido así) que nos marcara el número de un taxi desde el celular de Pedro –que por entonces había descargado el contenido etílico de su estómago y alrededores, y se hallaba inmerso en un silencio sepulcral.
Así lo hizo nuestra princesa inmaculada, con sonrisa angelical ante nuestro postrado agradecimiento incluida, y se marchó, heroína anónima que seguramente encontrará su nombre escrito en hilos de oro en las puertas del paraíso cualquiera sea su confesión.
12. I’m so tired (Estoy tan cansado) The Beatles / The Beatles
Y el taxi llegó, y allí nos subimos rumbo al descanso, a la tranquilidad, al repaso de los momentos vividos y a la felicidad, al fin y al cabo, de tener la fortuna de los encuentros que supimos conseguir.
Con un millón de ideas en mente, con todo por relatar y la promesa de un día dedicado al ocio contemplativo, a la lectura y la escritura, por qué no a la música? a ese oscilar perpetuo de tonalidades contenidas en los discos (en los de ayer, y todavía algo en los de hoy...) que como Pedro, como su vida, como su inmensa amistad y su humanidad transparente se nos brinda para llenarnos de felicidad, para suavizar los ángulos formados en las grietas de nuestras almas entre tanta miserabilidad, tanto canalla, tanta mezquindad...
13. I’ll be back (Volveré) The Beatles / A Hard Day’s Night
Y de allí en más, promesas de encuentros, amistad fugaz que se condensará para siempre, nuestro gracias fraterno para aceptar el dar tan grande de nuestro amigo.
Y en cada Pedro, como en cada canción, el destino circular, la libertad de girar, de ir y venir, de comenzar y terminar, como un círculo, el que nos permite partir, y nos permitirá volver.
Claro que volveremos.
Jallalla Pedro!! Jallalla Potosí!!
year after year
running over the same old ground,
and what have we found?
the same old fears…
wish you were here
(año tras año
corriendo sobre el mismo viejo prado
y que encontramos?
los mismos viejos miedos...
deseo que estuvieras aquí)
Roger Waters
Textos: Sergio, fotos: Sergio y Tero
2 comentarios:
no sabría decir si la intensidad viene de las entrañas de la tierra, del flujo mezclado de sangre, alcohol, plata y lágrimas...de reconocernos en los ojos de otros tan distintos, tan lo mismo (pero nosotros, sin duda, con más suerte o con menos hambre)...y que cosa tan sagrada la tristeza...y tan humana la calidez....
y después, jejej, ...está bueno reconocer que somos ateos hasta cierto punto...el punto en que necesitamos ayuda del cielo, jejeje...
que buen longplay!!
querido amigo, tiempo sin escribirte, ni en publico ni en privado, voy siguiendo tu viaje de cerca, comentandolo tambien, con la señorita silvina en las entradas o salidas de los niños del jardin, tambien con mariano o con sergio, por primera vez me dieron muchas ganas de haber estado alli, sin desmerecer las otras experiencias claro bien segui haciendo la america de a pie al son de los yanquis esos que escuchas vos, abri tu mente tambien a los ritmos mas autoctonos, un abrazo.
ferchu.
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