viernes, 6 de abril de 2007

LOS ESPECIALISTAS

Historias y presentes de lucha
Existe un comentario muy popular entre quienes han visitado la ciudad capital de Mendoza, que sugiere que es la ciudad más limpia del país. En efecto, en esta ciudad se puede caminar por veredas enceradas, refrescadas por las acequias rebosantes de las aguas de deshielo, apreciar los pulidos portones de maderas nobles o los rojos tejados de las casonas de estilo colonial, o refugiarse del tórrido verano mendocino bajo las añosas arboledas de la peatonal Sarmiento, de la Plaza Independencia o el Parque San Martín.

Camino al occidente, en las primeras estribaciones de los Andes, en el pedemonte precordillerano, las veredas enceradas y las arboledas añosas dejan paso a las barriadas obreras, a la periferia del lujo y el brillo ostentoso. Allí, entre las calles de pedregullo, viven miles de familias que no tienen vereda para encerar ni agua en sus acequias. Es más, tampoco tienen agua suficiente para vivir. No tienen agua para tomar, ni para bañarse, ni para cocinar ni para producir, como si la tienen -y en abundancia- los barrios privados que en las últimas décadas –de la mano del multiempresario de los medios Carlos Vila, socio en sus negocios del ex diputado, ex privatizador, ex ministro del interior, ex peronista renovador, ex joven, etc. José Luis Manzano, han pululado en el Gran Mendoza para que allí vivan los "ganadores" del modelo.

En esta ciudad fragmentada, desigual, injusta, los que quieren apropiarse del agua, cuentan con el apoyo del gobierno provincial, que el año pasado presentó un Proyecto de Ley de Usos del suelo, hecha a medida para los empresarios inmobiliarios y las grandes empresas constructoras, dejando a los vecinos de los barrios a merced de su voluntad –y a la de la naturaleza, ya que las obras de defensa aluvional que se construyen en countries y barrios privados, desvían los torrentes formados en época de lluvias hacia los sectores más pobres de la ciudad.
Pero los vecinos no esperaron a que los tape el agua y comenzaron a organizarse. En abril de 2006, con los chicos y chicas del CAC –Centro de Aprendizaje Comunitario- y con la colaboración de los estudiantes de Geografía de la Universidad de Cuyo, los vecinos del barrio “La Favorita” hicieron un taller sobre la Ley de Usos del Suelo, rompiendo el aislamiento informativo, y generando espacios de discusión, formación y participación -tan declamados en el discurso de la mayoría de los planificadores urbanos, pero jamás puestos en práctica- luchando contra la concepción tecnocrática de que la producción de la ciudad es un problema de los especialistas.

Según cuentan los vecinos: “vimos que la Ley favorecía las inversiones en de barrios y emprendimientos privados, como los de nuestro ‘enemigo Vila’. Entonces juntamos firmas contra la Ley y armamos un folleto; porque charlando, vimos el riesgo que corríamos en el barrio con esta Ley, ya que como nuestras casas no están escrituradas, podrían fácilmente borradas del mapa” [i]

También se reconoció cómo la Ley hacía peligrar el abastecimiento del agua: "con este proyecto, el agua va a ser más, pero más para ellos, y a nosotros nos va a pasar por el costado..." dice Don Tapia, vecino del barrio.


O “por arriba” podría haber dicho. El drama de los aluviones es un problema histórico en el oeste de la capital mendocina; tanto, que fue el generador de una de las grandes experiencias de organización colectiva en torno de las necesidades urbanas de los vecinos, durante la década de los ’70.

El 4 de enero de 1970, un aluvión arrasa con toda la villa asentada en las márgenes del Canal Frías –que por entonces aún no estaba canalizado- dejando a toda la población sin sus viviendas y sin la totalidad de sus pertenencias, y cobrándose además la vida de al menos 24 pobladores.
Los vecinos son cobijados en la Capilla “Virgen del Valle”, en donde trabajan algunos sacerdotes nucleados en el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo –M.S.T.M- quienes "promovieron entre los evacuados la organización de una comisión provisoria de damnificados, la “Comisión de aluvionados”, que realizaría gestiones ante las autoridades municipales en demanda de un terreno donde asentarse, proponiendo el predio donde actualmente se ubica el barrio (V. de Luján), que en aquel momento se encontraba despoblado. Sin embargo, el gobierno se negaba a accederlos.[ii]

Ante la falta de respuestas concretas del gobierno, los vecinos organizados deciden ocuparlo y comenzar con la construcción del barrio: “dijimos ‘bueno, la forma es tomarlo, lotear y asentarnos. Y después vamos a ver cómo construimos las viviendas” relata uno de los entonces jóvenes protagonistas de aquella lucha.


Es así como el 7 de enero se ocupan los terrenos ubicados frente al Hospital Lencinas, procediendo a la demarcación de lotes que ocuparía cada familia. Unas pocas horas después, la policía desalojaba violentamente a los pobladores, quienes tuvieron que regresar a la Capilla.

Al día siguiente, el dictador de turno, General Onganía, y el Gobernador Blanco, tenían previsto recorrer las zonas afectadas por el aluvión. Los vecinos organizados aprovecharon la ocasión para manifestarse en reclamo por su derecho a una vivienda digna: “‘Casas sí, promesas no’; ‘casas y diques, no promesas’; ‘cinco días sin techo y sin soluciones’ decían los carteles que levantaba ‘la muchedumbre más numerosa que se reunió en toda la trayectoria de la gira’, según expresara un diario local”

Tras aquel “proto-escrache”, la multitud se movilizó a la casa de gobierno provincial, intentando obtener una entrevista con el gobernador para reclamar la entrega de carpas para albergar a las familias y la adjudicación de los terrenos ocupados para asentarse definitivamente, obteniendo –una vez más- la negativa de las autoridades, quienes “ofrecieron en cambio, un terreno donde los damnificados podrían instalarse provisoriamente, construyendo viviendas precarias. Esto fue rechazado por los vecinos, ya que ‘querían una solución definitiva y no crear nuevamente una villa miseria.”

Fue entonces que se decidió reforzar la lucha para ocupar los terrenos tomados: “nosotros sabíamos que sí o sí nos íbamos a meter, era una decisión. Si nos sacaban, ya estábamos al otro día alambrando los lotes! Queríamos vivir acá arriba, en la Villa del Parque.”

Cuando el gobierno ofreció a los damnificados trasladarse al Seminario de Lunlunta, en Lujan de Cuyo, los vecinos organizados, nucleados en la capilla Virgen del Valle, acamparon y resistieron en los terrenos ubicados detrás del Hospital Lencinas, en una experiencia que fuera definida por el cura párroco como “un ejercicio de ‘autogobierno’, donde cada uno participaba de la solución del problema. Sin embargo, todos tenían muy claro que esta instancia debía ser absolutamente transitoria: ‘nosotros dijimos que preferíamos la intemperie. ¿Por qué? Porque era la única manera que teníamos de presionar...”

La resistencia y la obstinación de los vecinos frente a la insensibilidad del gobierno tuvo sus frutos: “los terrenos fueron confiscados y cedidos al IPV para la construcción de las viviendas, que debían estar listas en 60 días. Expresaba un vecino: ‘el pueblo, la gente, había logrado lo que queríamos, de que queríamos acá las viviendas. Y se nos dio las viviendas.”

A pesar del paso de la dictadura, a pesar de los intentos de borrar de la memoria las luchas populares, la historia de lucha de los vecinos del barrio Virgen de Luján sigue viva en numerosas luchas de hoy, como las que protagonizan los vecinos del Barrio La Favorita.

Después del taller sobre la Ley de Usos del suelo, se realizó una nueva reunión en la que se discutieron los problemas que tienen en el barrio: el agua, las escrituras, el transporte, entre tantos otros: “Ahí se establecieron los temas más importantes a trabajar... Siguieron varias asambleas, se largaron varias ideas de qué hacer...” recuerda Ana, tallerista del CAC.

Entonces, el 4 de octubre se decidió hacer una movilización a la Casa de Gobierno. ¿Por qué? “porque las obras que exigimos son de tal envergadura que son pura responsabilidad del gobierno provincial...” Llegar a esto, cuenta Ana “llevó un trabajo muy fuerte de difusión acá en el barrio, que lo hicieron principalmente los chicos.”

Como cuenta Anahí, otra tallerista del CAC: “los chicos del taller de apoyo se re prendieron. Salimos casa por casa y gritaban: ‘Señoooora, señora, saaaalgaaa!!!!’ y le entregaban el panfletito con el tema del agua.”

Y la organización fue creciendo, se formó la Asamblea Interbarrial, se hicieron las reuniones por cuadra, y las asambleas fueron rotando de barrio en barrio, buscando la mejor forma operativa para que todos participen o, como dice Víctor, un vecino del barrio: “uniendo desde abajo lo que las diferencias que existen por arriba separan...”
Las asambleas y las reuniones por cuadra continuaron, y el 24 de octubre se hizo una segunda movilización, ya que el gobierno no había dado ninguna repuesta a las necesidades de los vecinos.

Pero la lucha tuvo sus frutos: “Por ahora, nos han dado parches... igual, eso lo logramos por las protestas que hemos hecho (...) desde la primera movilización que hicimos, no hubieron más cortes de agua” -afirma Jorge, “yo lo encuentro bueno. Hemos avanzado poco, pero hemos avanzado.”

Para darle más fuerza al reclamo, junto a las asambleas, los talleres y las movilizaciones, se hicieron otras actividades como el Festival del Agua, donde hubo teatro y actuaron músicos populares de la zona, contribuyendo así a la difusión de la problemática entre los demás vecinos, y en los demás barrios que tienen los mismos problemas.

Allí, en el Festival, se exhibió también un video realizado por el Noticiero Popular.
Es que aquí, en Mendoza, como en casi todas partes, los grandes medios jamás se han acercado al barrio a ver cuáles son las necesidades reales de la gente –y cuando lo hacen, deforman la realidad de manera canallesca- y “casualmente” los dueños del multimedios más poderoso de la región están en manos de... de Vila y Manzano, los mismos que promueven los grandes emprendimientos privados.

Por eso, las compañeras y compañeros de la CECA –Casa de la Expresión, la Cultura y el Arte- hace un tiempo atrás comenzaron con la experiencia de producir y difundir las noticias desde sus propias miradas y con sus propios medios, probando que la comunicación, tampoco es un tema de especialistas. Para eso, junto con los vecinos, con las organizaciones sociales de la ciudad y el campo, verdaderos protagonistas de la información, producen en formato de video los noticieros, y los difunden en los barrios, en los centros culturales, en las uniones vecinales y en las escuelas. Pero lejos de conformarse con esta forma ingeniosa de multiplicar la comunicación popular han ido más lejos, y desde hace un año difunden el noticiero popular a través de la estación repetidora del Canal 7 de Buenos Aires “Ojos del Plata”, de la localidad de Potrerillos, brindándoles a los vecinos de esa zona cordillerana una alternativa al discurso hegemónico del canal oficial.

En la casa que la CECA tiene en Mendoza, además, funciona un Biblioteca Popular y una videoteca, en la que se reúnen producciones actuales y un buen número de videos que rescatan las luchas populares de otros tiempos. Es que para romper el aislamiento y el silencio es fundamental el ejercicio de la memoria. Como lo ejercen en la CECA y en el CAC, y como lo hacen en “El Hombrito” rincón de la cultura del barrio La Estanzuela, en el departamento de Godoy Cruz.

La Estanzuela es un barrio que fuera levantado a raíz del terremoto de 1985, y que, según cuentan sus habitantes, es el barrio construido mediante un único plan de viviendas, más grande de Sudamérica. Allí, como en los restantes barrios del Gran Mendoza, los vecinos también se organizan para reclamar por sus derechos. En “El Hombrito” se realizan talleres infantiles, reuniones de vecinos y funciona, además, la Biblioteca Popular León Gieco.

El último 24 de marzo, al cumplirse 31 años del golpe genocida, los vecinos de este barrio decidieron hacer otro ejercicio de memoria y bautizaron a la cuadra del “Boulevard Lago Hermoso” (un nombre puesto por los burócratas, y que para los vecinos no significa demasiado) como “Paseo de la memoria”. Los días previos construyeron un monolito frente a este “rincón de la cultura”, y el sábado 24 descubrieron una placa conmemorativa.


Es que en el CAC, en la CECA, en El Hombrito, como en tantos otros colectivos culturales y organizaciones sociales, la memoria se ejerce en la lucha de cada día, con el trabajo compartido, con la fuerza de la movilización. Con la convicción de que es necesario organizarse y luchar, algo para lo que, los vecinos de los barrios de Mendoza, son especialistas.

[i] Los textos fueron tomados del folleto “AGUAnte La Favorita” realizado por el CAC del barrio La Favorita, que resume las luchas de este barrio mendocino en sus reclamos por el servicio de agua.


[ii] Las citas textuales, así como el conjunto de la información sobre este tema fue tomada de: Baraldo Natalia, Conflictos y organización barrial en los tiempos del cielo y del asalto. Mendoza 1969-1973, en: AAVV, Mendoza’70. Tierra del sol y de luchas populares. Manuel Suárez editor. Avellaneda, 2006

Texto: Sergio

Fotos: Javier

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comas es muy fuerte para nosostros ver nuestras luchas presentes y pasadas en este mapa de tantos sueños. gracias por el trabajo de ir uniendo lo que el sistema trata de mantener asi, aislado, oculto.
abrazos desde mendoza. compas del CAC